Una de las primeras
aplicaciones de conocimiento público llegó por parte de IBM, cuando
la empresa reveló que trabajaba en el desarrollo de procesadores basados en
grafeno, logrando
además la creación de circuitos integrados completos, reemplazando así al
silicio como material básico para su fabricación.
Como el grafeno consume menos energía que el silicio al realizar
las mismas tareas, aporta a solucionar uno de los problemas a los que se
enfrentan los procesadores para computadoras: la disipación de calor. Porque
mientras más energía gaste una CPU, GPU o cualquier clase de procesador, más
calor generará y se hará más inestable de utilizar hasta que el material ya no
resista.
Y en esto mucho tiene que ver la frecuencia a la que funciona un
procesador. Porque a mayor frecuencia, mayor será el gasto energético y por
ende la generación de calor. En la teoría, un procesador de silicio actual
puede llegar hasta los 40GHz en frecuencia, pero si reemplazamos el silicio por
grafeno para crear los transistores que dan vida a una CPU, se podría llegar
hasta los 1.000GHz, lo que ciertamente representa una mejora respecto a la
realidad actual.
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